lunes, 2 de mayo de 2011

Francamente, no lo puedo evitar

Y cada vez que eso, yo giro la cabeza de forma repentina, pero da igual, tu ya te has dado cuenta, los dos sabemos que clase de mirada es la que yo te lanzo, la sonrisa bobalicona que irremediablemente sale en ocasiones de nuestras bocas -de la mía, muchas más veces, te lo puedo asegurar-, y como parece que lo demás da igual mientras intercambiamos este instante de rápidas pero provocadoras miradas.
Aun así, pasadas una décimas de segundo, cada uno vuelve a retomar la mirada al punto anterior, haciendo como si no pasara nada e intentando no darle importancia.

Pero bueno, no nos engañemos, sabes perfectamente que aunque quiera, no puedo dejarte de mirar.


Gonzalivsky

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