No habría problemas, ni dolores de cabeza cigarro en mano, y cerveza en la otra. Mirar repetidamente cual imbécil los mensajes sería cosa del pasado, y esa sensación infantil cada vez que la veo, desaparecería. Mis labios no andarían recelosos de los suyos, y mi corazón, dejaría de preguntar por su nombre cada dos por tres. Todo sería mucho más sencillo, ¿no?
Lo siento, pero
no. A este perro nunca le ha gustado tomar el camino fácil. Que le vamos a hacer,
si quisiera vivir de placer, me buscaría un amor de cantina.
Gonzalivsky