Cuando te miro, la mitad del tiempo estoy deseando comerte a besos. La otra mitad del tiempo, y perdóname por la sinceridad, muero por besarte otras cosas; comerte otras cosas...
¿Amores a bocajarro? Quien sabe. La única certeza fue siempre el quizás. Y no sabéis lo cachondo que me puso siempre esa incertidumbre.
Déjame que sea el dueño de tu boca de aguardiente, de tus gritos en caliente.